(Bertolt Brecht)
No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
Mi hermano era aviador.
Recibió un día un mensaje,
Lió su petate
Y hacia el Sur se dirigió. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
—Obispo, puedo volar
—le dijo el sastre al obispo—.
Verás qué bien se me da—.
Y se subió con dos trastos
que a alas asemejaban,
decidido, al campanario. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
“Ante el florín, niño, no tengas miedo
pues el florín, niño, debes anhelar”.
Wedekind
Por el trabajo no me dejo seducir.
Para el trabajo el hombre no fue hecho.
¡Mas del dinero no se puede prescindir!
¡Para el dinero hay que tener un respeto! Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
Es un lugar en el que nos sentimos bien:
encima de nosotros las estrellas; debajo los excrementos.
Un lugar sencillamente maravilloso donde
incluso en la noche de bodas es posible estar solo.
Un lugar de humildad donde uno descubre claramente
que ningún hombre puede quedarse con nada.
Un lugar de sabiduría, en fin,
donde usted puede preparar
el vientre para nuevos placeres.
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
El peor analfabeto
es el analfabeto político.
No oye, no habla
ni participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que el coste de la vida,
el precio de las judías,
del pescado, de la harina,
del alquiler, de los zapatos
y de las medicinas
dependen de decisiones políticas. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
Hay muchas maneras de matar.
Pueden clavarte un cuchillo en el vientre,
quitarte el pan, no curarte una enfermedad,
meterte en una vivienda malsana,
empujarte al suicidio,
torturarte hasta la muerte mediante el trabajo,
llevarte a la guerra…
Pero pocas de estas cosas
están prohibidas en nuestro Estado.
(Bertolt Brecht)
(Fragmento)
PARA LOS DE ARRIBA
hablar de comida es bajo.
Y se comprende porque
ya han comido. Sigue leyendo
(Bertolt Brecht)
Cuando la casa de los poderosos se derrumba
muchos humildes mueren aplastados.
Aquellos que no comparten la riqueza de los poderosos
con frecuencia comparten sus desgracias.
El carruaje que se despeña por el precipicio
arrastra con él a los sudorosos caballos.